A mi musa

Erato musa de la poesía. Sir Edward John Poynter (1870)
Erato, musa de la poesía.
Pintura por Sir Edward John Poynter (1870)
¡Venga! Vamos a intentar soltarnos el pelo, porque si no, no hay forma ni manera de llegar a un punto en el que tú y yo nos crucemos de nuevo. Pues he de reconocerte que no encuentro la forma y manera. De veras que no la encuentro, y ya me rindo. Por eso a ver si, aunque sea a base de rodeos y aproximaciones, más o menos azarosas, te alcanzo de una vez.

Recuerdo hace bien poco, cuando las cosas entre tú y yo eran bien sencillas. Tan simples eran como esbozar una idea en mi imaginación, y ya estabas tú ahí para resolverme la papeleta. Pero ahora, parece que no. Te niegas, desconozco el porqué, a echarme una mano. Antojadiza tú, desde luego... Imagino que andarás ahí tonteando con algún poeta cursi de esos de "suaves brisas" y "verdes primaveras". Tampoco es que quiera atarte, desde luego, o tenerte toda para mí. Pero no soporto lo tornadizo de tu voluntad. Si hay algo que me vence son las esperanzas vanas. No sé... Para eso, mejor que lo dejen a uno en paz, que si no luego se siente igual que un globo desinflado.

Así que vete haciendo a la idea de que, por mi parte, no quiero tratos contigo ni maltratos de ti. Vete olvidando de mi dedicación voluntariosa, de las auto correcciones y de mi pasión roja carmesí. Pues desde ahora, para ti, sólo pergeñaré ripios y adjetivos redundantes de tono floreado. Más no merece tu tonto juego para conmigo. A fin de cuentas, si te implorase un poquito de constancia, te iba a dar igual.

¡Y yo que pensé que estábamos hechos el uno para el otro...! Pues no: parece ser que en la vida, me equivoqué una vez más. ¿O no es así, mi caprichosa musa?

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