El código HTML avanza indolente, como la peste, por la comarca ondulante de mi genio creativo. Por esos mismos territorios campaban anteayer a sus anchas, libres y despreocupados, ripios y estrofas. Etiquetas de apertura y cierre bloquean hoy la boca del volcán incontinente que solía vomitar nostalgias, anhelos y frustraciones, o simples ocurrencias salpicadas de voces manoseadas. Mi vocabulario intrépido ha devenido en insignificante significado cargado de semántica, mera palabrería que no alcanza -inútil lenguaje el HTML- a expresar la profundidad de mis ríos de lava.
Grande desazón me invade, que traducido en términos HTMLiánicos sería algo como:
<desazón>
Aquí debería habitar un poema,<br>
siquiera un desacompasado verso,<br>
mas un código semántico y tiránico<br>
se ha apoderado de mi expresión por entero.
</desazón>
Mi insondable lamento concluye con un absurdo:
</html>
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