Pequeños detalles

Hirokazu Koreeda
Hirokazu Koreeda

Hace unos años descubrí el tono triste y delicado del realizador japonés Kore Eda. Entonces, la película "Nadie sabe" supuso todo un regalo para mí.

"Nadie sabe" es la historia de unos niños cuya madre los abandona a su suerte. De alguna forma el retrato de esta pequeña familia me recordó a la mía, porque Kore Eda nos muestra como nadie esos pequeños detalles de la vida que nos recuerdan a los de nuestras propias vidas. Siempre recuerdo a la niña pequeña guardándose un caramelito, el último de la caja, para el día siguiente... O haciendo dibujitos con el dedo en el vaho del cristal.

Siempre he pensado, siempre digo, que hay dos tipos de cine que casi nunca se dan la mano: el cine espectáculo, y el Cine con letras mayúsculas. En el cine espectáculo todo ocurre a lo grande: tramas aparentes, héroes y princesas de físico espectacular, explosiones, malísimos villanos, grandes sustos, sangre a borbotones... Y las historias suceden a una velocidad de vértigo, ritmo, ritmo, plano, plano, como si acudíéramos al espectáculo de un trilero escamoteador que moviera rápidamente la bolita para que no la podamos encontrar...

Pero el cine espectáculo poco sabe de los pequeños detalles de la vida. Porque los pequeños detalles de nuestra vida, nuestros recuerdos más íntimos, siempre suceden y luego los recordamos a un ritmo quieto y sosesago. Justo al ritmo de las películas de Kore Eda...

He de confesar que alguna vez, creo que en "Illusion", he sentido sueño en alguna película de Kore Eda. Es normal, sobre todo cuando te pones a ver una película de ritmo lento al final de una dura jornada de trabajo. Pero bastaba un propio pellizco para devolver mis sentidos a la trama de la película.

Tengo la sensación de que en mi vida todo sucede a ritmo de vértigo. Y si me paro a pensar, todo es monótono, siempre sucede lo mismo, avanzo poco. Hace un mes acudí al cine a ver "Caminando" (Still Walking), lo último de Kore Eda que estrenaron por aquí. Y nada más empezar la película, desde mi butaca, fue como si el tiempo se detuviese y todo sucediera al ritmo de la vida que me gustaría vivir...

En "Caminando", un hijo visita después de mucho tiempo, con su nueva mujer y el hijo de ésta, a sus ancianos padres. Todo converge tranquilo rumbo a la pequeña tormenta que sucederá al final de la película: la preparación de la comida, la sobremesa, un paseo tranquilo, el viento sobre las copas de los pinos, el mar, una pequeña mentira, un mirada esquiva de niño temeroso en el rostro de un adulto... Al final, la tormenta que desahoga el agua contenida y nos alivia como un llanto: la anciana madre de aspecto tierno pero con un corazón lleno de ira, el padre frustrado por haber perdido al hijo que más quería, el hijo que sabe que su padre siempre prefierió a su hermano muerto, su mujer enojada que le reprocha que su suegra no trata a su niño como a un nieto, el cuñado simpático y aparentemente servicial pero que al final siempre acaba durmiendo la siesta... Y llueve, y llueve, nos reconocemos en los personajes, en sus debilidades, contemplamos la vida, el viento, escuchamos el agua correr, oímos el crujir de las habas tiernas... Y nos sentimos más aliviados...

También disfruto con el menejo que hace Kore Eda de la emocionalidad de la música: casi siempre, una misma música repetida, que marca el estado emocional de los pesonajes, el ritmo de la historia, y la emoción de nuestras propias almas...

Esta entrada no es más que una especie de agradecimiento a Kore Eda. Y a la grandeza de los pequeños detalles de la vida...

Comentarios

  1. Anónimo7:54 a. m.

    Pues si...estoy contigo..yo no hago nada más que correr...Te cuento un secreto:hay días en los que me imagino sin la obligación de tener que hacer cosas...simplemente sentada, en un porche, viendo como atardece y sin prisa....no me da agobio porque llega la noche, no me agobio porque tengo que descansar para el día siguiente trabajar, simplemente, admirando la belleza que hay a mi alrededor...
    Y siempre pienso...algún día llegará...seguramente cuando sea abuelita...pero ese día llegará...(o al menos, eso espero...mientras sigo corriendo...)
    Un beso. Me ha encantado tu blog.

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